Viene de https://gregovigo.wordpress.com/2009/05/07/el-fantasma-de-la-chica-del-faro-capitulo-dos/
Juán no salía de su asombro, pero enseguida la invitó a pasar.
-¡¡ Dios mío !!, estás empapada. Ven conmigo, te daré una toalla y te podrás secar al lado de la estufa.
La mujer no articulaba palabra, pero obedeció al atónito farero y ambos subieron por la espiral escalonada hasta llegar al cuarto donde él trabajaba en su novela.
-Sientaté en el sillón, ahora te traigo algo caliente y una toalla.
Juán salió de la habitación a toda prisa y se dirigió hacia la cocina, donde tenía el café aún caliente, para llenar un gran tazón con el. De vuelta se detuvo un segundo el el baño y agarró una gran toalla que usaba de vez en cuando para bajar a la playa.
Cuando volvió, la chica estaba acostada sobre el sillón estremecida por el frío y no paraba de repetir:
-Está claro porqué lo han matado, está claro porqué lo han matado…
-¡¡Que mal está esta chica!!, pensó.
-Toma el café, está caliente, y sécate con la toalla, si quieres me marcho y te cambias de ropa, aquí tengo un buzo de trabajo que por lo menos está seco.
Ella asintió con la cabeza, el pelo mojado le tapaba la cara, y de repente le dijo:
-Gracias.
-De acuerdo, siguió él, te dejo para que te cambies y te seques, cuando acabes me avisas…¿Vale?.
Después de un buen rato, volvió y llamó a la puerta.
-¿Ya estás?.
-¡Si!, escuchó.
Asi que abrió la puerta y entró decidido a satisfacer su gran curiosidad que lo estaba devorando por dentro.
-¿Cómo te llamas?..´
-Lucía.
-Yo me llamo Juán, ¿Qué te ha pasado?…
-Pues no se como decírtelo, la verdad es que ni yo misma me lo creo.
-Tranquila, ve despacio, empieza por el principio.
-Verás, ayer mi novio y yo salimos de Corcubión. Nos dirigíamos a Malpica a visitar a unos amigos, y se nos ocurrió parar en Náriga, aquí al lado del faro. Ya era un poco tarde, queríamos ver la puesta de sol y comer los bocadillos que habíamos comprado por el camino en el coche, escuchando música.
A Carlos, mi novio, le entraron ganas de hacer sus necesidades, y salió del coche en dirección a la cala que hay un poco mas abajo…
-La conozco…, es muy peligrosa cuando hay temporal. Le interrumpió.
Ella lo miró y continuó relatando.
-Yo seguí en el coche, claro, no bajé, pero empecé a preocuparme cuando noté que ya estaba tardando demasiado. Por un momento pensé que se había ido por ahi a explorar, porque es como un niño, pero ya me entró el miedo por que llevaba viente minutos fuera, y se estaba nublando, casi no se veía nada.
Bajé del coche y me asomé para ver si alcanzaba a mirarlo en la playita, pero no conseguía distinguir a penas. Empecé a gritar su nombre, pero no me contestaba. Ya estaba presa del pánico e histérica y no se me ocurrió otra cosa que seguir sus pasos. Asi que me deslicé por el camino hasta la cala, y cuando llegué abajo vi un bulto tirado en la arena, casi no se distinguía porque ya estaba lloviendo con fuerza, pero me acerqué para comprobar que era Carlos que estaba inmóvil, y tenía un cuchillo clavado en el pecho. Me volví loca, no reaccionaba, lo dejé allí y salí corriendo, llorando y gritando como una posesa.
Me metí en el coche he intenté arrancarlo pero no respondía. No encontraba mi bolso para cojer el móvil y llamar a emergencias. Y cuando ya estaba a punto de desquiciarme, miré a lo lejos la luz del faro, y como pude llegué hasta aquí en estado de shock.
-¡Tranquila!, ahora estás a salvo, aquí no puede entrar nadie. Le dijo Juán.
-Pero lo que me cuentas, parece sacado de una novela negra.